miércoles, 15 de agosto de 2012

Capítulo 1




Lena estaba sentada en su mesa, aunque la clase no había comenzado. Miraba absorta una misma frase del libro, sin prestarle atención. Su pelo, negro, le caía sobre el rostro, apenas dejando ver sus ojos castaños. Se subió la cremallera de la sudadera y pasó la página, buscando la página en la que habían quedado el día anterior. En cuanto la campana sonó, la tranquilidad del aula se rompió, Lena suspiró. Los alumnos empezaron a entrar con desgana en la clase y a ocupar sus asientos habituales. El profesor pidió silencio. Les dijo que iban a corregir los ejercicios del día anterior y después les dictaría unos apuntes fundamentales para el examen. Recalcó la palabra fundamentales. Lena torció el gesto, todos los apuntes que ese profesor daba eran fundamentales. Ya se había acostumbrado a sus expresiones.
En el fondo de la clase se escucharon algunos susurros, típicos. Los que se sentaban al fondo raramente recordaban que tenían deberes, por tanto, no los hacían.
Lena observó su libreta. La letra grande y redondeada, escrita a azul, ocupaba toda la página que estaba mirando, en la que se encontraban los ejercicios. El profesor Smith, que impartía Biología, leyó en voz alta en nombre de una alumna de la clase, indicándole que corrigiera el primer ejercicio. La muchacha, que se sentaba en la tercera fila, se apartó el pelo rubio del rostro y empezó a leer el enunciado. En cuanto empezaba a recitar la solución del ejercicio, unos golpes quedos en la puerta la interrumpieron. La puerta se entreabrió y la secretaria apareció.
-Perdón, señor Smith, siento interrumpir…-no prestó atención a todos los pares de ojos que la observaban fijamente, esperando a que continuara. El profesor la miro, colocándose las gafas-Le traigo a un alumno nuevo, que está algo perdido. Si no nos equivocamos, está en su clase-sonrió, atusándose el pelo castaño.
-Claro, que pase. Déjelo, ya me ocupo yo.
Un joven entró, vacilante. El chico era alto y delgado, pero ancho de hombros. Sus ojos eran azules, muy claros. Su pelo, castaño, con reflejos más claros, de un rubio oscuro. Echó un rápido vistazo a la clase, aunque apartó la mirada en seguida, avergonzado. Llevaba un jersey gris, de lana y unos vaqueros ajustados. La correa de la mochila le colgaba de un lado porque solo la llevaba sujeta de un hombro.
-¿Cómo te llamas?-le preguntó con voz monótona el profesor. No era conocido por su simpatía y amabilidad.
Lena pensó que aquel chico había elegido la peor hora para incorporarse.
-Lucas. Lucas Blair-todos se sorprendieron de su voz, bastante grave para la edad que aparentaba, no más de 17 años, como todos sus compañeros.
-Ah, sí, apareces en la lista-afirmó, tras unos largos instantes-No hace falta que te presentes, te ahorraremos el honor-le aseguró, con la voz cargada de sarcasmo-Busca un sitio, abre el libro y atiende. Y vosotros, silencio-miró a sus demás alumnos.
Se dirigió con paso veloz al primer sitio que vio libre. Estaba al lado de una chica de pelo rizado y pelirrojo, sus ojos eran verdes. Ella le sonrió. Él le devolvió la sonrisa, titubeando ligeramente. Sacó el libro de Biología y una libreta de la mochila, junto con un estuche. Se inclinó sobre la mesa de su compañera y miró atentamente la página y los ejercicios anotados en su cuaderno. Empezó a escribir apresuradamente. Lena se fijó en la manera en la que inclinaba la cabeza, concentrado. Devolvió la vista a su libreta, apresuradamente, al ver que la chica señalada por el profesor volvía a empezar a leer el ejercicio. Lena tachó una palabra y la sustituyó por otra. El chico que se sentaba delante de ella se giró, para preguntarle lo que su compañera dijera. Ella le respondió en voz baja, sin apenas mirarlo. El profesor los miraba, con reproche.
En cuanto la clase terminó, la mayoría de los alumnos se acercaron a Lucas, llenos de interés. Lena permaneció en su sitio, guardando los libros en la mochila y sacando los de la siguiente asignatura, Literatura, su preferida. Sonrió. A lo mejor la profesora les proporcionaba algún libro clásico y les mandaba leerlo, pensó, soñadora. Después les mandaría completar una ficha pero a ella no le importaba. La profesora entró, cargada de libros.
-Queridos alumnos, ¿podéis ayudarme?-comentó, en tono jocoso.
Algunos chicos le sujetaron los libros. Ella les indicó que los fueran repartiendo, uno a cada alumno. Tras la orden, se acercó a Lucas.
-Hola. Creo que tú y yo no nos conocemos. No solemos tener demasiados alumnos nuevos, y menos, en noviembre.
Él respondió algo, en voz baja.
La profesora White le sonrió.
-Te acostumbrarás en seguida.
Se acercó a su mesa.
-Leed hasta el capítulo dos. Después os daré una ficha que tendréis que completar y entregarme mañana. No perdáis el tiempo.
Lena se sumergió en la lectura durante toda la hora.
Le dio el libro a la profesora en cuanto terminó, antes que nadie y se puso a responder las cuestiones. Eran bastante fáciles. Y, a continuación, tenían hora libre. Ella aprovechó para repasar el esquema de la exposición oral que tenía que hacer en la hora siguiente, después del descanso. A mitad de la hora, se pasó la mano por los ojos, en un gesto de cansancio. Se separó el pelo con mano experta y continuó revisando sus anotaciones. En cuanto el timbré sonó, se marchó con rapidez a la biblioteca, con una libreta y un bolígrafo fuertemente sujetos en la mano derecha. Atravesó la marabunta de gente que comenzaba a agolparse. Sabía que Annie y Lucy no la buscarían, les había contado de lo nerviosa que estaba por la exposición de Historia y no había salido con ellas aquel fin de semana por culpa de prepararla. Entró en la sala y se acercó rápidamente a uno de los ordenadores. Lo encendió y se sentó, mientras este cargaba, se dedicó a meditar sobre el chico nuevo. ¿Qué lo habría llevado a ir a vivir a aquel lugar? ¿Se llamaba Lucas? Ya ni siquiera lo recordaba…
Notó que la puerta se abría porque una ráfaga de aire consiguió estremecerla. No se giró hacia la puerta. Escuchó unos pasos algo vacilantes pero, para entonces, su ordenador estaba completamente en marcha. Abrió el navegador y comenzó a teclear con celeridad.
Le pareció que alguien se colocaba detrás de ella e inspeccionaba los apuntes de su libreta. No se molestó en mirar.
-Me alegro de haber encontrado algo de tranquilidad aquí. ¿Es normal que me hayan seguido hasta el patio?-le preguntó una voz grave, que conocía.
Se volvió. Su propietario, Lucas Blair, la observaba amistosamente. Ella le devolvió la mirada en silencio y durante unos largos momentos trató de pensar una respuesta ocurrente, que no llegó. Apartó la mirada, sintiéndose descarada por observarlo tan fijamente sin decir palabra.
-Eres la novedad. Es lo normal. Pero te recomiendo que te marches de la biblioteca y trates de entablar una conversación con alguien.
-En la biblioteca no me persiguen. Y estoy tratando de entablar conversación contigo, si es que quieres-le replicó, de buen humor-Aunque, ni siquiera sé tu nombre.
-Lena-se presentó, volviendo la vista a la pantalla del ordenador.
-Es correcto-le dijo.
Ella lo miró, interrogante.
Él señaló un dato que estaba apuntado en la libreta de Lena, justo el que estaba comprobando en Internet.
-Es correcto-repitió, arrugando la nariz.
-Gracias. ¿Cómo es que sabes tanto de Historia?-murmuró, sorprendida. 
-Humm tal vez porque mi padre es historiador e imparte clases en una Universidad.
-Oh-susurró ella, ligeramente impresionada.
-Me voy a sentar, porque aquí de pie como un pasmarote…-rió él.
-Espera, vayamos allá atrás-señaló unas mesas del fondo.
Apagó el ordenador y se levantó.
Se recordó a si misma, con una punzada de dolor, que Lucas no iba a ser su amigo. En cuanto supiera como era ella…
-¿He dicho algo malo?-se preocupó él cuando ella llevaba unos minutos sin decir palabra, con el ceño fruncido contemplando una de las estanterías.
-No, no-se apresuró a decirle-Tan sólo estoy nerviosa por el trabajo-le sonrió.
-Bah, ahí tienes detalles fabulosos que impresionarán al profesor. Si te los sabes, lo harás bien.
Ella sonrió de nuevo, ligeramente sonrojada. Aquel chico era verdaderamente agradable… Y ella no tenía demasiados amigos, sólo Annie y Lucy. Pero no podía hacerse amiga de aquel chico, se volvió a recordar, en cuanto llevara un poco más de tiempo allí, se daría cuenta de que en verdad no quería ser su amigo y se olvidaría de ella.
Mejor no hacerse demasiadas ilusiones.
-¿Tienes hermanos?-se interesó Lena.
-Sí, dos. Angie, que es más pequeña que yo. Y Thomas, empezó este año la Universidad-se detuvo-¡Angie!-exclamó de repente, levantándose.
-¿Pasa algo?-preguntó Lena en cuanto se recuperó de su sorpresa.
-Le dije que iba a verla en el descanso, para ver que tal le iba. Empieza la secundaria este año…
-Te acompaño-se ofreció Lena sin pensar en lo que estaba haciendo.
Salieron de la biblioteca y cruzaron los pasillos desiertos. Abrieron la puerta que conducía al patio. El suelo era de cemento y había adolescentes de distintas edades por todos lados. Lanzó una mirada de sondeo al patio, ignorando a toda la gente que los miraba. Lena seguía a su lado, quieta y silenciosa.
-Creo que está allí-la avisó él.
Se acercaron a un grupito, de una esquina. A Lena le parecieron bastante bajitas y trató de precisar si ella era así a su edad. No llegó a ninguna conclusión porque una de las niñas se acercó corriendo hacia Lucas. Por un momento, Lena pensó que iba a abrazar a su hermano, de modo que la sorprendió que se plantara delante de él y lo mirara, furiosa.
-¡Te estuve esperando! ¿Acaso te habías olvidado de mí?-casi le gritó.
Aunque era bajita, tenía carácter, sonrió Lena. Se parecía a Lucas. Tenía el pelo rizado, del mismo color que su hermano, y los ojos ligeramente más oscuros.
Parecían llevarse bien pese a la regañina de la pequeña. 
Él levantó las manos, en un gesto de rendición.
-Lo siento, renacuaja-aunque era una disculpa, sus palabras estaban cargadas de burla.
-¡Te he dicho que no me llames así!-siseó ella. Miró durante unos segundos a Lena y su expresión se suavizó-Hola-se presentó.
-Hola. Soy Lena-correspondió a su saludo, ligeramente sorprendida por su repentino cambio de actitud.
-¿Estás en la clase de mi hermano?-a Lena le pareció que con su mirada penetrante la estaba evaluando.
Asintió con la cabeza.
-¡Hola!-exclamó una cantarina voz femenina justamente en su oído, sobresaltándola.
-¡Lucy!-gruñó, girándose.
Miró a Lucy, que sonreía abiertamente. Era bajita, de pelo rubio, con flequillo y ojos verdes, y, además, la mejor amiga que ella tenía, junto con Annie. Observó su camiseta de manga corta y su delgada chaqueta y se estremeció.
-¿Y Annie?-preguntó, buscándola tras su amiga.
-Tenía que ir a entregar un papel a secretaría-le informó. Tras observar durante unos segundos a los interlocutores de Lena, le susurró-¿Quiénes son?
A Lena le pareció que Lucas y Angie se habían percatado de que Lucy hablaba de ellos.
-Te presento a Lucas y a su hermana, Angie. Lucas está en mi clase. Son nuevos-Lena se maldijo por haber acompañado a Lucas. Empezaba a añorar el refugio que para ella suponía la biblioteca.
-Yo soy Lucy-saludó su amiga con una sonrisa extrovertida, al contrario que las tímidas que solía dirigir Lena a todo el mundo. Sólo con Lucy y Annie podía ser ella misma.
-Lucas-él le sonrió, mirándola con los ojos entrecerrados.
Antes de que Angie pudiera decir una sola palabra, alguien más acudió a presentarse.
-No te conozco. Pero pareces simpático. Yo soy Annie.
Lucas se encontró mirando fijamente los ojos de un color indefinido, entre verde y marrón, de una joven vivaracha y de aspecto travieso. Su sonrisa era amistosa. Llevaba el pelo corto, a la altura de los hombros. Sus cabellos eran de color avellana.
-Lucas-repitió el muchacho-Comienzo a cansarme de mi propio nombre, lo he repetido tantas veces en un solo día como lo había dicho a lo largo de mis 16 años-confesó, bromista.
Todas se rieron. Lena todavía seguía ligeramente nerviosa, la delataban solo sus ojos. Lucy le lanzó una mirada preocupada, preguntándole en tan solo un gesto como estaba ella. Lena se encogió de hombros por toda respuesta.
La sirena sonó, indicándoles la vuelta a clase. Lucas se despidió de su hermana, dándole indicaciones sobre donde tenía que esperarlo a la salida y siguió a las chicas que ya se habían marchado y cuchicheaban entre ellas, Lena la más silenciosa.
-Suerte-le desearon Lucy y Annie antes de cambiar de dirección por el pasillo.
Lena las obsequió con una sonrisa muy diferente a todas las que Lucas le había visto. Él pensó que quería ser motivo de una sonrisa así. Tras unos segundos, sacudió la cabeza, confuso. ¿A qué venía eso? ¡Apenas conocía a esa chica! Pero despertaba en él un sentimiento protector, unas ansias de querer seguir hablando con ella, de querer ver esa preciosa sonrisa…
Se sintió estúpido por un momento. Nunca había tenido novia. Alguna chica había estado interesada en él, por supuesto, pero él no sentía el menor interés por ellas. Al contrario que con Lena.
¿Existía el amor a primera vista? ¡Qué tonterías! Él no sentía nada por aquella chica tímida y nerviosa, solo era la primera amiga que estaba ganándose en aquel instituto.
Algo le llevó a apoyar una mano en el hombro derecho de Lena pera darle una palmadita y dedicarle unas palabras, deseándole buena suerte. Ella se giró, sorprendida. Él se sentó en su sitio.
Lena caminó confusa hacia su asiento. ¿Qué pretendía aquel chico? Desde luego, ella no iba a seguir hablando con él durante mucho tiempo más.
Echó un último vistazo a su trabajo y respiró hondo. Iba a ser todo un reto no equivocarse en algún dato, con las miradas de todos los alumnos clavadas en ella. El profesor entró.
-Pasaremos directamente a las exposiciones. Apenas tenemos tiempo de dar el temario antes de que lleguen los exámenes-dijo atropelladamente-Lena Britt-recitó, tras mirar un papel.
Ella se levantó y tropezó con su silla. Escuchó risas contenidas. Se hundió. Lo iba a hacer fatal, lo sabía. Trató de no sonrojarse demasiado. Se mordió el labio inferior. ¿Debía comenzar? El profesor estaba escribiendo algo en un papel.
-Puedes empezar, estoy esperando-le dijo.
Lena se mordió ligeramente el labio, antes de respirar hondo y comenzar a hablar con voz apenas audible. Apenas llevaba unas frases, cuando una alumna de aspecto presumido la interrumpió.
-¿Podrías hablar más alto? Aquí no se oye-la miró con suficiencia.
Lena asintió y siguió hablando, con voz más alta.
Lucas la miraba, ensimismado, perdido en sus propios pensamientos. La voz de ella sonaba cargada de un esfuerzo por no titubear ni parecer nerviosa.
Lena fijó la vista en el fondo de la clase, en un punto vacío de la pared mientras trataba de recordar todos los datos. Se percataba de que llevaba unos instantes sin decir nada, estaba en blanco. Tras unos segundos, miró a sus compañeros, que mostraban expresiones muy diversas: la mayoría, ignoraba lo que estaba diciendo y cuchicheaba con el de al lado o pasaba alguna nota, otros parecían estar divirtiéndose con su nerviosismo, un chico de la última fila daba el aspecto de estar completamente dormido… De repente, su mirada enfocó a Lucas, que la miraba muy fijamente. Ella no se sintió cohibida, si no que esa mirada le aportó la seguridad que necesitaba para continuar hablando. Su voz se volvió más firme y no se detuvo hasta terminar la exposición. Estaba segura de que no había olvidado ningún dato.
El profesor asintió, conforme y anotó algo.
-Puedes sentarte.
Pasó por al lado de Lucas, que le rozó la mano con la suya. Ella se volvió, tan solo un instante para sonreírle y se encontró con su mirada, llena de una emoción que no supo identificar.
Se sentó en su sitio, contenta. Algo cayó sobre su mano derecha que reposaba sobre la libreta, esperando a que alguien más saliera a hacer su exposición. Tras un instante, se percató de que era una notita. La desdobló y miró las pocas palabras que contenía.

¿Ya hay algo entre el nuevo y tú?

Reconoció la letra de Rose. A ella no le caía nada bien, lo sabía. No se molestó en responder. Arrugó la nota, en su mano, apretando con fuerza.
Le pareció que alguien susurraba su nombre. Se giró y vio a Rose, con sus impecables tirabuzones castaños cayendo en cascada, y su falda perfectamente alisada.
Se volvió y respiró hondo. Quería que acabara ese día, lo necesitaba. Volvería a su casa rápidamente y pasaría el día estudiando y leyendo. Tal vez hablara un rato por teléfono con Annie y Lucy después de cenar, pero no sabía si ellas estarían disponibles.
Las dos clases siguientes pasaron lentas, tal vez solo por fastidiar a Lena. En cuanto el timbre sonó, recogió sus cosas y se levantó apresuradamente. Vio que Annie y Lucy la esperaban a la salida de su clase. Se acercó.
-¿Qué tal?-le preguntaron.
-Bien, genial, mejor de lo que esperaba.
Lucy y Annie se miraron, confusas. Su amiga no hablaba demasiado. Estaban impresionadas de haber sido deleitadas con tantas palabras por segundo.
-¿Ha pasado algo?-se preguntó Annie.
-No, tranquilas, estoy bien-mintió.
Las otras se encogieron de hombros.
-Nos preguntábamos si esta tarde…-se interrumpió, observando la mirada perdida de su amiga-¡Lena!-exclamó.
-Lo siento, chicas, tengo que irme.
Se marchó, casi a la carrera, sin esperar respuesta de sus amigas.
-¿Qué le pasa?-le preguntó retóricamente Annie a Lucy, que se encogió de hombros, siguiendo con la mirada la silueta de su amiga, que ya había atravesado el pasillo entero.
En cuanto Lena salió a la calle, se sintió liberada. Respiró una bocanada de aire y comenzó a caminar hacia su casa, a un ritmo sosegado.
Tendría un rato para pensar a gusto en todo lo que le había sucedido a lo largo del día.
Aunque, se equivocaba.
-¿Lena?-esa voz, era él. Contuvo las ganas de gritarle para decirle que la dejara en paz.
Se giró y se esforzó por esbozar una pequeña sonrisa, con educación.
-¿Vives en esa dirección?-señaló él en cuanto llegó a su lado. Ella asintió-Nosotros también-miró a Angie, que caminaba un par de pasos por detrás de ellos.
-¿Qué tal tu primer día? ¿Te has llevado buena impresión?
-Bastante bien. No lo esperaba tan…-enrojeció-así-se explicó.
Angie lo miraba con una ceja enarcada, pero sin abrir la boca.
-¿Has hablado con más gente?-continuó Lena, esperando que le dijera que sí-Aparte de Lucy, Annie y yo, claro.
-No demasiado.
-Deberías haber hablado. Hay gente que te aseguro que te caería genial: Tom, Alan, Dereck, Sophie, Loren…
-Tú me caes bien-le aseguró, sonriendo.
Lena se sintió turbada. ¿Es que ese chico jamás entendía las indirectas?
La chica giró hacia la derecha.
-Nosotros nos tenemos que ir hacia el otro lado-se despidió Lucas-¡Hasta mañana!
En cuanto los dos hermanos le dieron la espalda, escuchó una risita por parte de Angie. Su hermano le dijo algo, pero Lena no llegó a oírlo mientras caminaba. Se giró durante un momento y miró a Lucas y a Angie mientras se alejaban. Él le decía algo mientras la miraba fijamente. Cuando Lucas giró un poco la cabeza en su dirección, ella siguió caminando. Tardó apenas diez minutos en llegar a su casa. Sacó las llaves del bolsillo de su mochila y abrió la puerta.
-¡Hola!-saludó.
Se preguntaba si estaría sola. Su padre tenía una reunión y comida de trabajo. Su madre, estaba trabajando y le había dicho que a lo mejor tenía que cambiar el turno.
Al no obtener respuesta, llegó a la conclusión de que estaba sola.
Subió a su habitación dejó la mochila.
Vivía en una casa pequeña, de dos pisos. En la planta baja estaba situada la cocina, el salón, el comedor y un pequeño trastero. En la planta de arriba se encontraban su dormitorio y el de sus padres, un cuarto de invitados y dos baños.
La habitación de Lena era pequeña. Tenía una cama grande, un escritorio con una silla a juego, un armario y unas estanterías repletas de libros. Dejó la mochila en la silla del escritorio, y se tumbó en la cama unos segundos. Se quitó los zapatos y se puso las zapatillas de andar por casa que tenía cuidadosamente colocadas a los pies de la cama. Bajó rápidamente las escaleras pero tropezó con un escalón que estaba suelto. Soltó un gemido al hacerse daño en el pie y se detuvo, para recuperar el equilibrio. Tenía que recordar decirle a su padre que lo arreglara.
De peor humor del que ya estaba, abrió la nevera. Le tocaba cocinar. Y no tenía ganas de comer pizza. Sacó un paquete de pasta y puse a calentar el agua. Suspiró. Estiró los brazos. Sentada en una de las sillas de la cocina, con los ojos cerrados, se sentía relajada. Un sonido la sobresaltó: el timbre del teléfono. Corrió hacia el salón y respondió:
-¿Sí?
-Hola, cariño-la saludó su madre-Hoy no voy a comer-Lena asintió en silencio, sin darse cuenta de que su madre no la estaba viendo-¿Lena? ¿Te encuentras bien?-preguntó su madre, tras una pausa.
-Sí, sólo estoy cansada… Estaba haciendo la comida. Voy a hacer pasta.
-Me parece bien-aprobó su madre-Lo siento, tengo que colgar. Si necesitas algo, no dudes en llamarme. Hasta la noche-se despidió, colgando.
Lena colgó el teléfono y regresó a la cocina. El agua estaba lista. Echó la pasta. Añadió mantequilla y sal. Mientras terminaba de ajustar el fuego, pensó que podía haber hablado con Lucy y Annie para que fueran a comer a su casa y no sentirse tan sola. ¿Era demasiado tarde? Miró la hora. No quería molestarlas…pero se había comportado muy mal con ellas. Cogió el teléfono inalámbrico del salón y se sentó de nuevo en la cocina. Marcó primero el número de Lucy.
-¿Lena?-preguntó esta.
-Lucy-suspiró-Siento haber estado tan rara hoy pero…
-No hace falta que expliques nada.
-¿Estás comiendo? He hecho una pasta muy rica, le podemos echar Ketchup…
-No, pero mi madre casi ha terminado la comida… Voy a preguntarle, en seguida vuelvo. Le diré que me ayudarás con las Matemáticas-rió.
-Dame un toque si puedes venir. Voy a llamar a Annie.
Marcó el número de su otra amiga.
-¿Diga?-respondió su amiga, parecía que estaba masticando algo.
-¿Estás comiendo?-inquirió Lena.
-Sí, ¿porqué llamas?-contestó, esta vez sus palabras fueron más fáciles de entender para Lena.
-Quería preguntarte si venías a comer a mi casa, pero ya da igual. Hasta luego, voy a poner la mesa antes de que llegue Lucy.
-¡…Cospiración contra mí!-escuchó que decía Annie con voz indignada antes de colgar.
Sonrió.
Supuso que a Lucy no le importaría que comieran en la cocina. Sacó un mantel de uno de los cajones y lo estiró. Empezó a sacar vasos, platos y cubiertos, pero la interrumpieron llamando a la puerta. Descargó los platos mientras el timbre sonaba de nuevo. Sabía que era Lucy. Siguió sonando, con insistencia.
-¡Ya voy!-voceó.
Abrió la puerta y vio a Lucy, sonriente, con la mochila colgada del hombro.
-Mi madre no se creía que quisiera estudiar-rió.
Entraron y cerraron la puerta.
-¿Dónde puedo dejar esto?
-En mi habitación.
No se molestó en acompañarla. Las tres, Lucy, Annie y ella, pasaban muchas tardes juntas en la habitación de Lena.
-Mis padres no están.
-Y por eso me llamas a mí, amiga aprovechada-se burló Lucy.
-Coloca los platos-le ordenó Lena.
-¡Y me trata como una esclava!-continuó Lucy. Se detuvo al ver que Lena ni siquiera sonreía-A ti te pasa algo-aseguró.
Lena bufó. Lucy siempre averiguaba cuando le sucedía algo.
-Es ese chico, Lucas-habló. Lucy esperó a que siguiera hablando-Estuvimos hablando en el descanso, y luego, me acompañó por el camino y dijo que no había hablado con nadie más y…
-¿Qué tiene eso de malo?-le preguntó mientras su amiga comenzaba a servirles la comida.
-Que no quiero que… sea mi amigo-confesó.
-Oh, Lena…-dijo en tono de reproche-¿Por qué no? Eres una chica genial y…
-Los demás lo tratarán mal-se mostró esquiva.
-¡Qué les den!-le gruñó, con rabia-Lucas ya es mayorcito para saber qué quiere hacer, no te sientas responsable de él. Y, ahora, por favor, dame de comer antes de que muera.
Lena sacó de la nevera queso para colocar encima de la pasta.
-¿Quieres Ketchup?-le preguntó a su amiga antes de cerrar la puerta.
-No.
Dejó el bote dentro. Empezaron a comer enseguida.
-Me tienes que ayudar con los ejercicios que mandó el de Matemáticas, no entiendo nada.
-Son fáciles-a Lena no le causaba demasiada dificultad ninguna asignatura.
-Sí, ya…-gruñó Lucy.
-¿Me ayudarás a fregar?-le pidió.
-Si no queda otra…-se encogió de hombros.
Lena estaba más tranquila después del consejo de Lucy.
Terminaron y dejaron los platos en el fregadero. Lucy se puso a su lado, a la espera de órdenes.
-Yo barro, tú friegas-declaró Lena.
-A ti siempre te toca lo más fácil…-protestó la otra, mientras cogía un plato y lo enjabonaba.
-También he cocinado yo-replicó.
En cuanto terminó de barrer, acudió a ayudar a Lucy.
-Vamos a mi habitación-dijo, no sin coger antes el teléfono inalámbrico.
Lucy se sentó en la cama y Lena encendió el ordenador, por si necesitaban consultar algo que no contuviera el libro de texto.
-Déjame tu libreta para ver por qué parte de la lección vais-pidió Lena.
Lucy le lanzó una libreta tras rebuscar unos segundos en su mochila. Lena la atrapó al vuelo. La abrió y comenzó hojear las páginas.
-Es muy fácil-comenzó a explicar mientras anotaba.
Le llevó más de una hora que Lucy comprendiera un concepto que para ella resultaba fácil. Estuvieron un rato en silencio, mientras Lena estudiaba y Lucy hacía los ejercicios del día siguiente.
-¡Terminé!-jadeó.
-Bien-la felicitó su amiga, con una sonrisa-¿Has terminado todo?
-Sí-contestó Lucy, muy orgullosa de si misma. 
-He pensado que podíamos ir a dar una vuelta…-comenzó Lena en voz baja, pero Lucy la interrumpió.
-¡Tú a mí no me engañas!-la señaló con el dedo índice-Quieres ir a la librería-completó la frase.
-Me has pillado-asintió Lena.
-Te acompaño-accedió Lucy.
-¿Crees que Annie estará libre?-le preguntó Lena.
Lucy se encogió de hombros.
-La llamaré.
Durante unos segundos permanecieron completamente en silencio pero su amiga no respondió al teléfono.
-¿Vamos yendo y lo intentamos por el camino?-propuso Lena.
Su amiga quedó complacida y ambas fueron a peinarse al baño. En cuanto se sintieron listas, se prepararon para salir.
-¡Espera!-le rogó Lucy, justo cuando iba a cerrar la puerta.
-¿Qué pasa?-se exasperó ligeramente Lena.
-Me he olvidado la mochila arriba-escuchó la voz queda de Lucy.
-¿La llevas con todos los libros dentro, esos que pesan un par de toneladas?
-Claro, no voy a volver luego-Lucy reapareció en las escaleras y las bajó corriendo, en dos saltos.
-Me abandonas…-se quejó Lena.
Lucy se abalanzó sobre ella y le hizo cosquillas. La atacada, prorrumpió en carcajadas.
-¡Basta, basta!-rogó.
Lucy se apartó de un salto.
Apuró el paso. En noviembre oscurecía bastante antes y no era demasiado seguro caminar por las calles solas. En cuanto se alejaron de esa zona residencial, de casas bajas con garajes en el que podían retener a chicas de 16 años sin que nadie se percatase, se sintieron más seguras. Empezaron a ver edificios (y no casas) y se acercaron al centro. Había bastante gente por la calles, con aspecto atareado. Lena sonrió.
-Tienes que recomendarme algún libro-iba diciendo Lucy mientras seguía tratando de llamar a Annie.
-Claro.
Lena iba distraída, pensando qué compraría. Cruzaron un paso de cebra y se detuvieron delante de un edificio de tres pisos, en cuyo bajo estaba situado la librería.
Lena abrió la puerta, entusiasmada. Sus libros favoritos eran los de fantasía, en los que se narraban las evoluciones de otros mundos, tan diferentes del suyo. Mundos donde ella era completamente feliz, mundos donde nada la atormentaba, mundos donde ella podía ser la protagonista. Pero, lo que Lena no sabía, es que podía convertir su pequeño espacio en un mundo mejor y ella podía ser la protagonista.
Comenzó a examinar los estantes abarrotados.
-Llévate este-ordenó a Lucy-Te encantará aseguro.
En su mano sostenía un ejemplar de Los Juegos del Hambre.
-¿De qué trata?
-Sinopsis en la contraportada-se limitó a responder mientras seguía examinando novelas.
-Me gusta, me has convencido-le dijo Lucy tras unos minutos.
Lena estaba absorta mirando libros.
Corazón de tinta. Lo cogió en la mano y leyó lo que ponía en la contraportada. Sonrió. Era el libro que necesitaba, estaba segura.
-A ver…-Lucy se lo quitó de la mano y lo hojeó con interés.
Se acercaron a pagar.
La librera se los metió en bolsas y sonrió a Lena.
-¿Ya has terminado el último que llevaste?
-¡Oh, sí! Cazadores de Sombras es genial. Avíseme cuando vayan a publicar la continuación-le pidió.
La señora sonrió y asintió.
Lena y Lucy salieron.
-¿Te apetece ir a tomar un chocolate?-preguntó Lucy-Aquí hace bastante frío.
Lena aceptó, complacida.
-¿Lena? ¿Lucy?-alguien gritó.
Lena hizo oídos sordos, rogando por que las perdiera de vista. En cambio, Lucy se giró.
-¡Mira! ¡Ahí está Lucas!-exclamó.
Lena se mordió el labio inferior. Lucas estaba a punto de arruinar su tarde.
-¿Qué hacéis por aquí?-les preguntó en cuanto las alcanzó.
Lena deseaba contestarle de mala manera pero se mantuvo en silencio y dejó que Lucy hablara por ella.
-Hemos venido a comprar unos libros e íbamos a tomar un chocolate caliente. ¿Tú?
-Estaba dando una vuelta-rió.
-¿Te apetece venir con nosotras?-ofreció Lucy.
-No, no quiero molestar…
Lena sintió que enrojecía, lo decía por ella, seguro.
-No nos molestas ¿verdad, Lena?-lanzó una mirada de advertencia a su amiga, que asintió, sonriendo falsamente.
-Entonces, os acompaño.
No hablaron demasiado.
-No queremos volver muy tarde a casa-dijo Lucy, consultando su reloj.
-Yo os acompaño a casa, si os preocupa que se haga de noche.
Lena lo miró, agradecida. Temía a la oscuridad, y no le gustaba caminar por las calles circundantes a su casa sin ninguna compañía y menos sin luz.
Entraron en un local muy bonito, de aspecto acogedor. Había sofás contra las paredes. La luz era difusa. Hacía calor en el interior. Entraron y se dirigieron a una mesa hacia el fondo. Lena se sentó junto a la pared, Lucy, enfrente. Lucas dudó pero ocupó el asiento al lado de Lucy. Notaba a Lena nerviosa, de modo que decidió dejarla tranquila.
El camarero, un chico joven y atractivo, les anotó el pedido.
Volvió al cabo de dos minutos escasos, con tres tazas repletas de chocolate. Lena se relamió. Lucas removió el líquido con la cuchara. Lucy se dedicaba a mirar al camarero mientras este servía un café. Su móvil empezó a sonar. La pantalla mostraba el nombre de Annie. Se lo comunicó a su amiga y descolgó.
 -¡Hola!
Tras una pausa, preguntó:
-¿Porqué no nos cogiste el teléfono? Hemos ido a la librería y estamos tomando un chocolate…con Lucas-añadió en tono confidencial.
Si Lena lo había oído, Lucas también. La chica enrojeció.
-Sí, ese-continuó Lucy, evitando la mirada de Lena.
-Ya te digo…-se rió-Luego hablamos. Bye bye-se despidió.
Lena la fulminaba con la mirada. Ella la ignoró tomando un sorbo de su taza.
-¿Qué libros habéis comprado?-les preguntó Lucas, observando las bolsas.
-Los Juegos del Hambre-Lucy lo sacó de la bolsa y se lo dejó examinar.
-No lo he leído, pero parece interesante.
Los ojos de Lena se iluminaron y superó su timidez para intervenir:
-Yo sí lo he leído. Es genial. Habla de superación, de un gobierno que oprime a los ciudadanos, de rebelión… También de amor y amistad.
-Lo leeré-le sonrió Lucas-¿Me dejas ver el tuyo?
Lena le entregó su bolsa. Lucas la abrió y sacó Corazón de tinta.
-Este sí lo conozco. Te encantará-le aseguró-Siempre quise parecerme a Farid-admitió, riendo.
-No me cuentes nada-arrugó la nariz Lena-En cuanto lo termine, te diré que me ha parecido-tras pronunciarlas, se percató de lo que eso significaba. Que volvería a hablar con Lucas. Y eso, quería evitarlo a toda costa.
-Está bien-aceptó Lucas.
Lucy miró su reloj.
-Chicos, no es por meteros prisa, pero tengo que estudiar un poco para Literatura si no quiero suspender el examen de pasado mañana.
Los dos asintieron y se terminaron sus chocolates. Le pidieron al camarero que les cobrara y se marcharon.
-Os acompaño a donde me digáis-se ofreció Lucas, mientras daba un par de pasos en una dirección.
Lena se estremeció y se arrepintió de no haberse puesto una chaqueta más gruesa.
Lucy señaló una dirección y caminaron en silencio. Un móvil comenzó a sonar. Era el de Lena. Su madre le preguntaba dónde estaba y si necesitaba algo. La muchacha le contó que, después de estudiar, había salido con Lucy. No mencionó a Lucas.
-Ten cuidado al volver a casa y no tardes demasiado-le ordenó su madre antes de colgar.
Lena soltó un hondo suspiro.
-Era mi madre-explicó.
Lucas la miró.
-¿Eres hija única? En la biblioteca no me lo explicaste.
Ella asintió.
-Te compadezco. Todos mis amigos se quejan de si eres hijo único te sobreprotegen.
-La verdad, como nunca he podido comprobar como es tener hermanos, no me quejo.
-A mí me gusta. Aunque siempre se discute con ellos, son un gran apoyo en las discusiones con los padres, si ellos no están involucrados-bromeó.
-Parece que Angie y tú os lleváis muy bien-intervino Lucy, mirando los ojos azules de Lucas.
-Qué va-desmintió él-Vive para molestarme.
Lena se rió.
-Humm estoy segura de que tú también la molestas.
-¿Yo?-preguntó, en un tono de fingida incredulidad-Nunca le digo nada, es ella.
-Eso habría que verlo.
Lucy señaló una calle, donde vivía.
-Yo voy por allí-indicó a Lucas, que hizo amago de seguirla, aunque después volvió la cabeza para observar a Lena, que asintió.
-Hasta mañana-se despidió Lena.
-Lucas-llamó Lucy-Acompáñala a ella, yo vivo aquí al lado.
Lena se giró, sobre sí misma para enviar una mirada de enfado a Lucy. No quería quedarse a solas con Lucas. Su amiga la ignoró.
-¡Adiós! Gracias, Lucas-le guiñó un ojo.
Lena echó a andar.
-Lucas, por favor, no hace falta que me acompañes.
-Lucy ha dicho…-empezó el muchacho.
-Lucy a veces dice muchas tonterías-lo cortó, de mal humor.
-No te voy a dejar ir sola por ahí, ya es casi de noche.
-He sobrevivido 16 años sin que me acompañara nadie a casa ¿crees que me asesinarán hoy?-le espetó.
-No creo que con un año anduvieras por aquí sola-se burló.
Lena enrojeció de rabia.
-¿Te has enfadado?-suavizó el tono, al ver que la chica no respondía.
-No. No tengo nada que hablar contigo.
-Perdón, en serio-se disculpó, tocándole el brazo.
Ella se apartó y aceleró el paso.
Escuchó al joven suspirar pesadamente y se arrepintió de ser tan dura.
-La que lo siente soy yo-susurró en voz tan baja que creyó que él no la escuchara. Algo le dijo que sí lo había hecho.
La acompañó hasta la puerta. La luz del salón estaba encendida.
Ella se giró y lo miró.
-Muchas gracias por acompañarme-no quería admitir que su compañía le había resultado tranquilizadora, sabía que él no permitiría que le sucediera nada malo.
-De nada-metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y esperó unos segundos-Tengo que irme.
-Nos vemos mañana-concluyó Lena mientras abría la puerta y entraba.
Lucas dio la vuelta rápidamente. Tenía frío y ya era completamente de noche. Notaba un regusto amargo de esa tarde. Lucy lo había tratado muy bien pero Lena… Lena se mostraba esquiva con él, como si su sola presencia la irritara hasta enfadarla. Él no quería caerle mal, quería que fueran amigos. Le parecía buena persona, pese a su forma de tratarlo. Era bastante tímida, tal vez solo fuera eso.
Aunque, en realidad, no se lo creía. 

6 comentarios:

  1. Hola, María. Primero, decirte que me encanta el diseño del blog y la música es maravillosa, sobre todo poniendo a my chemical romance en la lista de reproducción ^^
    Sobre la historia, me he enganchado totalmente, tu forma de escribir es tan fantástica como siempre, y Lucas me encanta, y Lena es un personaje con el que me siento un poco identificada. Es increíble, en serio, ya estoy viciada. Avísame cuando subas más capítulos que los leeré encantadísima ^^
    Un beso

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  2. Me ha gustado mucho el capitulo, Lucas dara mucho que hablar, ella no se da cuenta de que Lucas no le va dejar en paz. Quiero otro

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  3. María!! Hace mil que no me meto por tus blogs perdonamee!! Pero que sorpresa cuando he visto que tienes nuevos proyectos :D
    Esta historia me ha enganchado y quiero agradecerte que los capítulos sean tan largos, porque permite desarrollar la historia y a la vez dejarnos con el ansia viva XD

    Bueno, espero que avises del próximo por tuenti :) Un besazooo

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  4. Hola cielo!!
    Lucas me ha llamado la atención mucho y Lena me ha caido bien, me ha gustado mucho esta chica.
    Me gusto muucho el capitulo y ya me he enganchado (qué esperaba, si eres tú XD)
    Un beso guapa!

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  5. ¡Hola! Es un capitulo muy bueno, me gusta como muestras a cada uno de los personajes, nos permites conocerlos de poco a poquito y quedamos con ganas de leer más, me pregunto por qué Lena no quiere ser amiga de Lucas¡¡¡¿Por qué?!!!

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